sábado, 18 de enero de 2025

Lectura de poemas en clase

 

No te salves

No te quedes inmóvil

al borde del camino

no congeles el júbilo

no quieras con desgana

no te salves ahora

ni nunca

no te salves

no te llenes de calma

no reserves del mundo

sólo un rincón tranquilo

no dejes caer los párpados

pesados como juicios

no te quedes sin labios

no te duermas sin sueño

no te pienses sin sangre

no te juzgues sin tiempo


pero si

pese a todo

no puedes evitarlo

y congelas el júbilo

y quieres con desgana

y te salvas ahora

y te llenas de calma

y reservas del mundo

sólo un rincón tranquilo

y dejas caer los párpados

pesados como juicios

y te secas sin labios

y te duermes sin sueño

y te piensas sin sangre

y te juzgas sin tiempo

y te quedas inmóvil

al borde del camino

y te salvas

entonces

no te quedes conmigo.

Mario Benedeti


Fatiga

Hay demasiadas cosas

de las que preocuparse,

siempre distintas, siempre imprescindibles,

y nunca se termina,

y apenas se respira... Y además

está el muchacho que jamás nos mira,

la chica que no sabe que la amamos

Y Platón predicando represiones...

Y a esto le llaman vida...

Carmen Jodrá Davo

Señores, yo sé bien de los venenos...

Señores, yo sé bien de los venenos

          de la literatura:

la tiranía impúdica y terrible

          de una Belleza impura

que nos mancha los labios de palabra,

          los ojos de figura

y el cerebro de sueños o pecados,

          en flagrante, diabólica impostura.

No la deseo a nadie, y nadie

          debe desearla nunca,

pero benditos los que se someten

          a su mirada oscura.

Carmen Jodrá Davo


Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
 
¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
 
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
 
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
 
—que todo es volar—, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
 
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
 
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
 
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
 
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

Antonio Machado

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